La buena franquicia no limita la capacidad de innovación del franquiciado 

Feb 27, 2017 | Otros, Bodegas Mezquita, Córdoba, Restaurantes Córdoba

Cuando se piensa en emprender, se tiende a visualizar un proyecto totalmente original, sin ningún tipo de bagaje anterior ni sustento logístico. Pero hay más opciones que el simple partir de la nada: la franquicia. Es innegable que las franquicias son un modelo de éxito, en todo el mundo y a nivel nacional: según la Asociación Española de Franquiciadores, el 80% de las nuevas franquicias sobreviven a sus dos primeros años de vida, frente al 10% de las empresas que no siguen esta clase de negocio. Ahora bien, la pregunta claves es: ¿encaja un emprendedor en el modelo de la franquicia?

Por evidente, primero la respuesta: sí. Ahora vamos a por los argumentos.

Desde el punto de vista de la franquicia, tener a un emprendedor en sus filas es un auténtico regalo. El emprendedor es alguien que vive apasionadamente su trabajo, que no escatima ni un esfuerzo y que sabrá encontrar soluciones creativas a cualquier problema que pueda surgir. Por este lado, se acabó la discusión.

¿Y desde el punto de vista del emprendedor? Si eres uno de ellos, es probable que te surjan algunas dudas cuando pienses en la mera idea de convertirte en franquiciado. Incluso puede que lo descartes de antemano. Tiene cierta lógica: la imagen glamurosa del emprendedor es la del hombre o mujer hechos a sí mismos, que empezaron desde cero y construyeron un imperio únicamente con su esfuerzo y su trabajo. Como si la franquicia fuera una jaula donde toda inspiración, creatividad o posibilidad de progreso quedara encerrada para siempre jamás. ¡Falso!

Empezar desde cero es casi una quimera. De un lado u otro es necesario algún empujoncito, una mano amiga que nos guíe al dar nuestros primeros pasos en el mundo empresarial. Y este papel la franquicia lo cumple a la perfección. Ofrece al emprendedor un ecosistema donde fácilmente puede sacar a relucir todas sus cualidades, con la ventaja añadida de que el inevitable salto al vacío que supone lanzarse a un nuevo proyecto empresarial es, ahora, con red debajo. Bajo una marca madurada con años de éxito cuantificable, el emprendedor tiene más posibilidades de conseguir el logro que anhela. Ya no hace falta que se preocupe de darse a conocer, ni de medir las posibilidades reales de su negocio, ni generar imagen de marca alguna. Ahora puede apostar toda su energía y creatividad por un valor seguro de retorno garantizado. Y el emprendedor, así, se ahorra preocupaciones, riesgos y problemáticas que mermarían su capacidad de innovación.

Pero bajo este paraguas tampoco se pierde autonomía: el franquiciado es dueño total de su negocio y, aunque sea dentro de unos parámetros generales, puede innovar, plantearse soluciones nuevas a viejos (y nuevos) problemas, sentirse profesionalmente realizado en un proyecto del que es totalmente dueño y parte activa. Además, puede crecer en lo profesional aprendiendo toda la experiencia recogida por la franquicia durante años, y pulir así todos aquellos detalles que como profesional le queden por mejorar.

Es, por tanto, una relación de simbiosis que enriquece tanto a la franquicia como al franquiciado. Pero todo esto no debe hacernos olvidar otra parte importante de esta historia: como todo buen traje, cada uno debe ponerse el que sea de su talla. Y ésta es la auténtica labor y dificultad con la que se va a encontrar el emprendedor. De toda la multitud de marcas a las que adherirse, el futuro franquiciado debe valorar en cuál se va a sentir más cómodo, qué franquicia le ofrece mayores garantías de éxito y cuál está mejor posicionada en el mercado en el que va a operar.

Es aquí en donde hay que esforzarse y decidir con toda clarividencia. El verdadero éxito del emprendedor es saber elegir la franquicia adecuada. Equivocarnos y optar por una franquicia que no genere una buena dinámica de trabajo, que esté en declive, que sea económicamente inestable o que no garantice un espacio de desarrollo profesional al franquiciado será sinónimo de frustración y muchos lamentos. Por el contrario, si elegimos sabiamente, si elegimos el proyecto para el que profesionalmente estábamos destinados, el camino a la gloria nos vendrá cuesta abajo.

“El éxito es como un tren, todos los días pasa pero si no te subes tú, se subirá otro” Anónimo 

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