Los patios de Córdoba no son una fiesta como otra cualquiera. Tampoco son solo patios llenos de macetas.
Los Patios de Córdoba hacen referencia al afán de los vecinos de una casa por mantener una tradición que, a pesar de que a efectos de concurso, data de 1918, viene de mucho más atrás.
El patio propiamente dicho es uno de los elementos más tradicionales de la arquitectura de la zona mediterránea y con el paso de las culturas en Córdoba, este se ha ido enriqueciendo.
Con la llegada de la cultura árabe, a los patios se les añaden los “riat” o arriates, llenos de agua y flores que provenían de los pozos con los que contaban las casas que pertenecieron a familias adineradas gracias a la rica red de acueductos subterráneos de Córdoba.
La cultura árabe también transforma los patios de las casas en lugares de encuentro social, por lo que el cuidado del detalle se convierte en esencial en una cultura que prestaba tanta atención a las pequeñas cosas.
A la llegada de la cristiandad a Córdoba, se importan aspectos de la cultura que reinaba al norte, los edificios de dos plantas. Con el tiempo, esto se popularizó debido a la demanda de vivienda, llegando a lo que conocemos en la actualidad como casas de vecinos.
Estas casas de vecinos son comparables a posadas en las que las familias que viven en ellas comparten estancias comunes como cocina, lavaderos y baños. Podemos imaginar el grado de convivencia en estas casas y dónde se pasaba el rato a falta de televisiones y videoconsolas… En los patios, que con las temperaturas que se alcanzan en Córdoba a partir de mayo, más valía tenerlos cuidados, encalados y llenos de plantas y flores que aportaran frescor a los vecinos.
En la actualidad, el contenido de estos patios en cuestión de plantas y flores, es mucho más elevado al que se podría pensar para los fines que hemos visto (mantener el frescor y dar vida al patio de vecinos) y es que se dice que el concurso nació, antes de hacerse institucional en 1933, de la rivalidad entre vecinos de unos y otros patios por tener el más fresco, cuidado y lleno de color.
De las flores más tradicionales hasta otras más exóticas, en macetas de tamaños enormes hasta miniaturas o tapones de botellas de refrescos. Lo que no cabe duda es que estos patios de los que los vecinos abren sus puertas para el disfrute de todo aquel que quiera acercarse, se convierten en un placer para la vista y el olfato.
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